Las sopas son uno de los mejores y más antiguos inventos del hombre, en la cocina. La mayoría de las culturas del mundo tienen una sopa típica que los representa.
Se trata de una preparación en la que usamos el agua como un medio para obtener el sabor y los nutrientes de todos los ingredientes. Puede ser ligera o espesa, licuada o con trozos, pero más allá de la receta, en cualquiera de sus versiones es un excelente alimento.
Aunque a Mafalda no le gustara mucho, es difícil encontrar un alimento tan reconfortante como una sopa; cuando hace frío, cuando se reúne la familia, cuando queremos comer algo liviano. Se puede preparar de manera suave como para una entrada, o prepararla de manera contundente como para que sea el plato principal.
Estas son las claves para una buena sopa:
Primero, recuerda revisar siempre la cantidad de agua en relación al resto de los ingredientes. Es mejor ir agregando agua o caldo caliente, a que quede muy aguada.
Si quieres espesar una sopa, puedes retirar parte de las verduras que has usado para hacerla, licuarlas y agregarlas nuevamente, con esto será más espesa sin llegar a ser una crema.
Cuando una sopa esta salada, se puede suavizar agregando un poco de Crema de Leche Alquería, y si el sabor es un poco pesado, unas gotas de jugo de limón.
Si, por el contrario, la sopa queda un poco insulsa, puedes agregar un poco de sal, salsa de soya o algún sabor contundente como la tocineta.
Aunque la sopa sea una buena manera de aprovechar alimentos, recuerda que la buena cocina depende de los buenos ingredientes. Usa ingredientes en excelente estado y de buena calidad.
Por otro lado, si la receta lleva cebolla, zanahoria o verduras que sean duras, empieza las sopas dorando las verduras, con un poco de aceite y sal. Luego, agrega el agua. Dejarán un mejor sabor y la sopa se cocinará más rápido.
Por el contrario, las verduras de hoja necesitan poca cocción, es por esto que conviene agregarlas casi al final para que no se pongan oscuras. Lo mismo aplica para las hojas como las guascas, el cilantro o el perejil.
Por último, si te gusta preparar tu propio caldo de verduras o pollo, puedes aprovechar para hacerlo en mayor cantidad, cocinarlo hasta que se reduzca, retirarle bien la grasa y congelarlo en cubeteras de hielo. Así tendrás siempre caldo listo para usar. Puede durar hasta 3 meses en el congelador.
